Fueron 5 días en donde planificamos tiempos que no concretamos y pasamos momentos que no habíamos planificado :)
Salimos el 23 de marzo, aproximadamente a las 07:30 desde Ciudad Vieja. La mañana transcurría fresca pero muy agradable, sobre todo para pedalear. En Uruguay sobre estas fechas se celebra lo que llamamos “Semana de Turismo”, aunque también es conocida con otros nombres. Esta semana se caracteriza por los 3 (en algunos casos 2) feriados continuos, que junto con el fin de semana, hacen propicias unas breves vacaciones para los citadinos.
Mientras arreglábamos nuestro equipaje ajustando los pulpos y cuerdas que lo sostenían, en la vereda, conversamos con el cuida coches de la cuadra. A pesar de ya conocerlo nunca habíamos cruzado más de dos o tres palabras con él. Para nuestra agradable sorpresa, esta vez se nos acercó, curioso por las bicicletas cargadas, a preguntarnos a dónde nos íbamos. Le contamos la travesía que teníamos planeada para estos días y de una forma picaresca nos encargó una mulita. Este es un animalito autóctono de nuestras tierras, un tanto huidizo pero a decir de nuestro amigo “muy sabroso”.
El camino que diseñamos para salir de Montevideo fue; Avenida Libertador, luego Av. General Flores hasta Av. Belloni -pasando por la característica feria de Piedras Blancas-. Por esta pedaleamos hasta Av. de las Instrucciones, la tomamos y continuamos ya que se convierte en la Ruta N° 6. El clima nos acompañó de buena manera, con viento amigable y sol tibio. En esos días la ciudad se ve un poco despoblada ya que muchos uruguayos deciden tomarse vacaciones (al igual que nosotros).
Nuestra primer parada fue aquí, en La Cruz de los Caminos. Era media mañana y el sol ya apretaba. Entramos a comprar bananas y agua.
Cometimos el error de no abastecernos lo suficiente en el origen. Como no nos sentíamos con la confianza (aún) de pedirle a algún/a vecino, la compramos. Caminamos un poco y estiramos los músculos en general. Luego de chequear el mapa, continuamos.
Unos kilómetros más adelante paramos en un puesto sobre la Ruta que vendía productos artesanales, nos hicimos de un exquisito chorizo chacarero y un pedazo de queso, los que serían luego parte del almuerzo, junto con pan casero que ya viajaba con nosotros.
Unos 25 km más adelante llegamos a la ciudad canaria de San Jacinto (el corazón de Canelones). Almorzamos en la plaza principal. Conseguimos agua caliente para el mate en una zapatería del centro de la ciudad, donde muy amablemente nos ofrecieron descansar en la sombra del local y tuvimos una linda charla. Ya en la plaza, nos sentamos a la sombra de unas grandes palmeras y plátanos. Repusimos calorías con la picada que armamos, frutos secos y unos cuantos mates.
Luego de San Jacinto, tomamos el Camino vecinal Piedra Sola. Este tramo cuenta con lindos paisajes de campo abierto donde se ven variedades de ganado y plantaciones. Hay mucho silencio y disfrutamos mucho de eso.
Nuestro itinerario indicaba que luego de este camino secundario (y de balastro) llegaríamos a la Ruta N° 88 que conduce al pueblo de Migues. La tarde nos encontró allí, buscando un lugar donde pasar la noche. Como quedaban aún varias horas de sol, seguimos por la Ruta N° 81 hasta Montes, un pueblo que se encuentra muy próximo y en el que finalmente descansaríamos por la noche.
Frente a la plaza principal, paramos en un almacén, donde luego de comprar dulce de membrillo y galletas, preguntamos dónde se podía acampar en la zona. La charla con quien atendía el comercio derivó en un intercambio con otros vecinos en la puerta del local. Les contamos que teníamos pensado pasar la noche allí y si sabían de algún lugar donde pudiésemos instalar la carpa por la noche. Una de las vecinas del lugar, Olga, nos planteó que posiblemente podíamos acampar en la plaza, que habláramos con el alcalde del lugar. Nos pasó el teléfono y lo llamamos. Como nadie contestó fuimos a la Alcaldía (a 50 metros del almacén, también frente a la plaza). Tampoco nos atendió nadie, era Semana de Turismo.
ANÉCDOTA: Para nuestra felicidad, en el patio de la Alcaldía encontramos un bidón plástico de 6 litros vacío, cerca de una canilla. ¡Esto era una señal!. Cargamos agua 2 veces y la noche la pasamos allí en frente.
Volvimos al almacén y los vecinos expresaron que no había inconvenientes con que acampemos allí. Finalmente armamos la carpa en la plaza, al costado de un escenario diseñado para festivales. Con pasto corto y prolijo en el suelo, una mesa y bancos de material y a unos pocos metros, algo parecido a baños públicos. Allí no salía agua de la canilla y el resto del mobiliario se componía de una taza turca. Lo que sí se parecía a un baño (paredes y puerta), nos brindó cobijo para tomar una ducha breve pero efectiva, con el bidón que habíamos encontrado.
Montes es reconocido como pueblo 7 años después de la instalación del Ingenio de la Remolachera y Azucarera del Uruguay (RAUSA) en 1952. Esta actividad económica fue determinante en la historia del lugar, por el número de personas que empleaba y demás efectos sociales, como la accesibilidad al transporte, educación, etc. Aquí más información.
Varios vecinos (incluida Olga) se dispusieron a brindarnos agua (caliente y fría). Fue una hermosa noche estrellada y de luna llena, la cual hacía de farol del pueblo. Aún no se acercaba la tormenta que anunciaron para esos días. Cargamos un celular en la panadería frente al campamento antes de terminar el día y caminamos por el pueblo observando la luna llena.
A la mañana siguiente amanecimos temprano, después de un MUY buen descanso. Olga se había ofrecido para llevarnos agua caliente a la mañana y (exactamente a las 08:00) pasó por nuestro camping cumpliendo su promesa y nos propuso conocer su casa, a lo que accedimos contentos y agradecidos.
Llegamos a lo de Olga quien nos recibió con mucho amor, tomamos mate, le contamos de nuestro proyecto y hablamos de mil cosas más. Nos obsequió sombreros para ambos (no podía creer que no lleváramos) y un repelente casero, a base de clavo de olor que nos protegió de los mosquitos que abundaban por la noche.
Despedimos a nuestra nueva amiga y finalmente alrededor de las 11:00 hs salimos hacia el Camino Nacional a Minas (panorámico, secundario y como no podía ser de otra manera, de balastro). Algunos pozos por el pasaje de maquinaria agrícola y el escaso mantenimiento, componen el paisaje junto con el trinar de las aves; se pueden ver algunos animales que pastan tranquilamente y a lo largo de todo el camino, casas esparcidas (y habitadas), en donde por ejemplo pudimos recargar agua (de aljibe). Las sierras minuanas para este entonces ya se comenzaban a divisar.
Pedaleamos por el Camino Nacional a Minas, bajo el sol de marzo unos 28 km hasta el empalme con la Ruta N° 12. Allí nos encontramos con dos ciclistas, mucho más livianos que nosotros, que iban por el día. Junto con ellos entramos a la ciudad de Minas. Paramos en un supermercado y compramos frutas y agua fría. Después de un breve descanso seguimos hacia el centro y antes de continuar hacia el Cerro Arequita, paramos en otro lugar para abastecernos de más comida.
Nuestro objetivo de ese día era pasar la noche en el camping del Arequita, el cual debe su nombre a un cerro que lo circunda. El camino desde Minas al Arequita tiene un par de repechos que nos hizo debutar con el plato más pequeño.
Ya en el camping, constatamos que estaba repleto de gente. Sabíamos que había otro camping ingresando por una entrada unos kilómetros antes, sobre la naciente del Río Santa Lucía. Volvimos y tomamos ese camino, hacia la Laguna de los Cuervos.
El camping queda a unos cuántos kilómetros de la ruta. Nos encontramos con un lugar muy cuidado, en un entorno natural maravilloso, un monte ribereño nativo, de coronillas, a lo largo del río Santa Lucía. Bajo el entramado vegetal se podían instalar las carpas en los claros que los visitantes anteriores (y actuales) han dejado con su rastro. Tiene instalaciones básicas, como baños y piletas para lavar loza y se cotiza a $ 120 (uruguayos) por persona y por día en estas fechas.
Del otro lado del río (Laguna de los Cuervos), en el cerro de los Cuervos, se hacen actividades de escalada y rappel. Para llegar al otro lado hay una balsa con un sistema de cuerdas y rondanas propulsadas por personas.
Luego de recorrer el lugar encontramos donde acampar, muy cerca del agua y con buena sombra. Esta vez tendimos sobre la carpa una lona grande, la cual nos cubriría de la tormenta que estaba anunciada. Después de armar el campamento y cenar (tragamos), tomamos un vino y caímos rendidos.
Al otro día nos despertamos con una llovizna fina en todo el camping, pero nuestro equipaje y las bicicletas secos, tanto por la lona como por la vegetación.
Para desayunar teníamos dulce de membrillo, leche en polvo, café y azúcar. En el puesto de administración vendían unas roscas caseras (muy ricas y caras) que devoramos antes de salir. Un poco más tarde, entre mates, deliberamos acerca de si nos era conveniente permanecer allí o seguir viaje hacia el próximo objetivo, el Salto del Penitente. Finalmente decidimos seguir con el objetivo de conocer el Salto del Penitente, con pronóstico de lluvia y todo.
Pasamos por la ciudad de Minas y seguimos por la Ruta N° 8 hacia el norte, después tomamos el camino vecinal hacia el Salto del Penitente y aquí les contamos cómo fue la segunda etapa de la pedaleada por las Sierras de Minas.