Pedaleamos nuevamente hacia Minas con una llovizna que a pesar de ser bastante calma, alcanzaba para mojar y molestar. Tomamos el camino secundario hacia el Salto del Penitente, (primer entrada a la derecha saliendo hacia el norte por la Ruta N° 8), El cartel que indica este camino dice "Mina de Oro", el cual los vehículos motorizados evitan por las condiciones del terreno. Para nosotros era la mejor opción, una ruta panorámica y tranquila.
La tarde caía y la lluvia también. Esta comenzó a tornarse más copiosa, y el camino, sin luz artificial, más oscuro. Como no teníamos baterías en el celular para activar el GPS y saber cuánto nos quedaba hasta el destino, optamos por armar la carpa al costado de la ruta y pasar la noche allí. Armamos una madriguera para nosotros y las bicis que parecía resistente, al lado de un hilito de agua del arroyo Campanero. La lluvia seguía y necesitábamos hacer fuego para la cena.
ANÉCDOTA: Habíamos parado a comprar atún y huevos en Minas. Duraron pocos kilómetros sanos y había que comerlos. Hacer un fuego a la intemperie cuando llueve no es una tarea fácil. Pero como no teníamos otra forma para cocinar, lo intentamos. El resultado: un exquisito omellete crocante, multiforme y con vestigios de cáscaras. Muy nutritivo con queso y pan. :)
A la mañana siguiente nos despertó el sonido de la lluvia, tenue pero persistente sobre la lona. El día estaba gris, el pasto más verde y brillante que nunca y hasta se acercó un animalito (¿en busca de comida?) a nuestro campamento.
Concretamos la ducha en la lluvia, un lindo baño refrescante ya que hacía calor. En un principio, la idea era ir hacia el Salto del Penitente (incluso Villa Serrana) en 2 días o 3 y volver en 2, sábado y domingo.
Teniendo en cuenta que ya era sábado, podíamos empezar a volver hacia Montevideo o continuar hacia el Salto del Penitente incluso bajo una llovizna. Continuamos hacia el Salto.
En el camino: Muchas subidas y bajadas que junto con el viento y el barro hacían muy difícil mantener un ritmo. Utilizamos mucho el plato más pequeño. El terreno era por momentos intransitable, muy distinto a lo que estamos acostumbrados en la ciudad. Cruzamos algunas personas, y habiendo pedaleado aproximadamente 3 horas por este camino entre las sierras, comenzamos a divisar a lo lejos una portera abierta, con un cartel grande de madera.
Al pasar la portera comenzó un camino asfaltado con un descenso empinado y serpenteante. Aún llovía y no habían indicios de que el clima fuera a cambiar. Luego de habernos dejado llevar por curvas muy pronunciadas y algún repecho, llegamos al resguardo del Salto del Penitente. En este video puede apreciarse el terreno y el clima:
En el lugar hay bancos y mesas de madera, un quiosco, baños, cabañas y un camping muy pintoresco. Optamos por descansar un poco en los bancos de madera y estirar los músculos mientras nos familiarizábamos con el lugar y decidíamos dónde armar la carpa para pasar la noche. Estábamos deseosos de aprontar el mate y con un poco de hambre. Llegamos con frío y teníamos ropa húmeda, pusimos a orear nuestro equipaje y aún llovía.
Estuvimos sentados en el lugar que se ve en la foto, compartiendo galletitas con dulce y mate (caliente) por un par de horas. Pensamos donde armar la carpa, cuestión que no iba a ser fácil por la lluvia que había caído. En un momento se nos acercó uno de los guarda-parques del lugar: Quería saber quiénes éramos y qué planes teníamos. Tal vez desconfiado porque hacía 2 o 3 horas que estábamos allí (recomponiendonos). Nos ofreció cortésmente alojarnos en una de las habitaciones del resguardo que estaba vacía. Accedimos encantados por el precio, ya que fue más barato que en el Camping de Arequita, pudimos secar nuestro equipaje y hacer uso de una cocina y las duchas.
Charlamos con varias personas que prestaban servicios en el lugar. Esa noche la pasamos muy bien, descansamos calentitos en una habitación con muchas cuchetas. (Afuera siguió lloviendo y con mucho viento) A la mañana siguiente, luego de un suculento desayuno, aprontamos el mate y bajamos hacia el salto de agua, aquí el video:
Entre mates y reflexiones mañaneras, seguíamos sin saber si nos daría el domingo para hacer los 150 kilómetros hasta Montevideo. Antes del medio día y con el sol entre nubes, tomamos el repecho hacia la portera. El destino era la Ruta N° 8 y desde allí hasta Montevideo (¿sin parar?).
Este día fue muy especial para los dos. Un gran desafío. En primer lugar porque no teníamos planificado volver en un sólo día. En segundo lugar, NUNCA habíamos hecho tantos kilómetros y menos con 10 kilos de equipaje cada uno.
Juntamos el equipaje, nos despedimos de todas las personas que conocimos en el Salto y encaramos el ascenso. Una vez en la portera de madera que nos había recibido el día anterior, tomamos el camino que lleva directamente a la Ruta N° 8. Todos los repechos del día anterior, hoy eran bajadas, incluso algunas extremas.
Entre plantaciones, animales y cerros nos fuimos despidiendo de Lavalleja y el camino nos llevó nuevamente a Canelones.
La N° 8 es una Ruta nacional, por lo que tiene mucho tráfico y más aún en estas fechas. La lluvia iba y venía, en un momento el cielo nos regalaba rayos de sol y en otros, agua. Pasamos muchas veces de los lentes de sol al impermeable. Nos mojamos y secamos muchas veces, tratando de no hacer muy largas las paradas para no enfriarnos. No pasamos frío y nos tomamos tiempo para alimentarnos y estirar. Sobre todo alimentarnos.
Antes de abandonar Minas, nos hicimos de unos (característicos) alfajores de la zona, Comimos 3 cada uno durante el pedaleo. Paramos para almorzar frutas, maní y agua en el pueblo Solís de Mataojo.
Ya cayendo la noche nos encontró pedaleando en Pando, Canelones, donde hicimos otra parada grande para recobrar energías e hidratar. Durante todo el camino pedaleamos por la banquina, acompañados por muchos vehículos particulares.
Finalmente alrededor de las 20:30 llegamos a la Ciudad Vieja, después de hacer todo Camino Maldonado y atravesar todo el Centro de Montevideo. Estábamos muy cansados y proporcionalmente contentos por haber logrado un objetivo juntos, donde Ornella estaba muy confiada y Nacho no tanto.
Con lo que quedaba de energía cocinamos pasta y comimos mucho.
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camilo (sábado, 20 abril 2019 18:21)
recién descubro esta crónica. Soy Minuano, montevideano y canario por adopción. Me gustó mucho este relato. Gracias por compartir!