Ciclismo Urbano y Seguridad

Compartimos estos consejos prácticos que son fruto de nuestra experiencia pedaleando por Uruguay desde hace algunos años. Los dividimos de una manera poco común, si consideramos que estamos acostumbrados a leer otro tipo de propuestas a la hora de hablar de seguridad, que muchas veces omiten cuestiones clave. 

Chequea siempre la bici:

Se requiere una verificación constante de los componentes de la bici y el mejor indicador es el ruido. Cuando hay chirridos o ruidos que se repiten en alguna parte de la bici, hay que revisar. Seguramente falte lubricar y/o ajustar. Los frenos son uno de los mejores ejemplos, ya que para mantenerse funcionando hay que ajustarlos periódicamente. La transmisión debe recibir su trato especial e hicimos un video específico sobre eso. Viene bien revisar las luces antes de salir así como el aire en las ruedas, también es recomendable siempre contar con al menos una cámara de repuesto para usarla en caso de pinchazo. Junto a esto conviene tener algunas herramientas básicas, como llaves allen y/o una llave 10 para ajustar los frenos. 

Sentirse seguro/a:

Hay una actitud que debemos tener para afrontar la inestabilidad constante de la dinámica urbana cuando nos trasladamos en bicicleta, debemos confiar en nosotros mismos. Si bien esto es un proceso y progresivamente vamos ganando confianza y perdiendo miedo, es clave que sientas que vas a poder y que te van a respetar. Si esto no pasa, probablemente te encuentres subiendo a la vereda ante el primer bocinazo de un/a demente que odia moverse por la ciudad y seguramente también (sin saberlo) odie su auto. En este ítem podría incluirse el casco, ya que desde nuestro punto de vista ofrece una sensación de seguridad tanto para quien lo usa, como para los demás actores del tránsito. La contradicción de este elemento de seguridad es que abona la idea de que la bici es un vehículo peligroso porque puedes caerte y pero sin embargo, no evita las lesiones que puede causar una colisión de un vehículo pesado. El miedo, es de las principales razones que alejan a las personas de las bicis. El miedo a ser atropellado/a o a que te roben la bici son los más comunes. Ambos se pueden superar si consideramos estos consejos.

Usamos todos los sentidos:

Hay que abrir bien los ojos y observar todo lo que nos rodea, desde las imperfecciones en el asfalto hasta los peatones que cruzan. Usar auriculares nos aísla del aquí y ahora ya que con los oídos atentos podemos prevenir también colisiones, anticipar el ruido de un motor o una frenada. Hay tres puntos de contacto con la chiva que debemos chequear y administrar para mantener el control. Estos son; el asiento, los pedales y el manillar. Una correcta distribución del peso nos permitirá mantener el control además de evitar la sobrecarga en cualquiera de estos puntos.

Ojo con la lluvia, además de protegerte con un chubasquero debes tener en cuenta que los frenos no van a responder del mismo modo y las cubiertas tampoco se van a adherir del todo al pavimento y mucho menos sobre la grava o el barro. 

Somos un actor más del tránsito:

Como vehículo tenemos derecho a usar la calle. Siempre que necesites subir a la acera bájate de la bici y en espacios compartidos con peatones mantén una distancia considerable con las personas para no asustarlas. Estando en la calle, debemos ocupar el carril de modo que la distancia entre la acera o los autos estacionados permita evitar una colisión si alguien abre una puerta. Si vamos contra la vereda o los autos estacionados, además de correr el riesgo de chocar, los autos que intenten adelantarnos nos dejarán menos espacio. Manteniendo una buena distancia lateral, además de hacernos visibles, tenemos mucho más margen de maniobra.

Conviene elegir una ruta acorde:

Si haces siempre el mismo recorrido, probablemente con el correr del tiempo conozcas los riesgos e incluso hasta los baches que debes esquivar. Sin embargo esto puede llevar tiempo y para transitar algunas Avenidas o calles rápidas es necesario poner en práctica todos los consejos anteriores y mantener mucha atención. Si podemos evitar tramos para los que no estamos preparados o simplemente queremos evitar disputar el carril con un bus o un auto particular. Ejemplos de esto también los encontramos viajando, cuando recomendamos evitar rutas nacionales, por el riesgo que implica y por lo monótonas que son.

Indumentaria:

Puede parecer menos importante pero estar cómodos mientras pedaleamos puede hacer la diferencia a la hora de maniobrar. Los pantalones de jean a veces son muy incómodos para la bici, así como los abrigos muy voluminosos. Es por eso que conviene usar ropa holgada o elastizada, además de otros elementos de cuidado como son: lentes de sol y en lo posible transparentes para la noche o la lluvia (recordemos que en bici no tenemos parabrisas y los insectos, mugres o proyectiles van directo a nuestro cuerpo y rostro). Otro elemento recomendable son los guantes ya que contribuyen a mantener la sujeción del manillar y en caso de , evitar callosidades y ante posibles caídas son una perfecta barrera para las manos. Por último pero muy importante, es recomendable usar colores claros o reflectivos y luces (luz blanca delantera y roja trasera) que nos hagan visibles en la noche además de darnos la posibilidad de ver con más detalle el camino. Podrían considerarse parte de la indumentaria, aquellos elementos que siempre deberían viajar con nosotros en la bici, como por ejemplo las herramientas básicas para solucionar problemas comunes y una cadena o tranca para cuando la dejamos sola. 

A pedalear se aprende:

Hay varios conceptos técnicos del ciclismo que aplican para cuando pedaleamos por la ciudad. Uno de los mejores casos es el del pedaleo redondo. Esto lo explicamos mejor en los primeros Apuntes. Lo fundamental es mantener una cadencia que nos permita acelerar y/o maniobrar con nuestra bici para movernos  eficientemente cuando estamos en el tráfico. El pedaleo redondo implica un uso correcto de los cambios, para mantener el control de los pedales en nuestras piernas, incluso cuando estamos en subida y/o hay viento en contra.

 

En total sintonía con lo anterior, mantener un trayecto predecible haciendo uso del carril que por derecho nos corresponde, nos dará confianza y seguridad ante los demás actores del tráfico. Esto quiere decir que siempre debemos pedalear en línea recta y no hacer cambios bruscos de dirección a velocidades altas que no permitan verificar el espacio entre coches o peatones. 

 

NO te metas en lugares donde el riesgo es inminente, los puntos ciegos de camiones, buses y vehículos en general son aquellos donde quien conduce no nos ve por más que quiera (incluso usando el espejo), mucho cuidado al ocupar estos puntos.

 

Es evidente que las señales sirven para ordenar, pero además de mirar y respetar las señales formales, hay que prestar atención en otras. Observar los movimientos de los demás y prever nuestro accionar a distancia contribuye notablemente, por ejemplo se puede hacer viendo las señales lumínicas de los automóviles particulares, los semáforos, carteles; otro caso puede darse si venimos cerca de un bus, en estos casos viene muy bien considerar las paradas que tiene por delante, podemos prevenir frenadas bruscas y evitamos quedarnos atascados detrás del bus. A la hora de rebasar también hay que tomar una distancia considerable para prever cualquier maniobra que nos genere riesgo, además de hacerlo siempre por la izquierda, observando que no se acerque otro vehículo por este carril y señalizando previamente con el brazo la maniobra. Esta señal nos hace visibles y vuelve predecible nuestra conducta para las otras personas.

 

Cuando estamos con peso porque venimos viajando la cosa cambia, la estabilidad de la bici es diferente y el centro de gravedad dependerá de cómo tengas ordenado el equipaje. Cuanto más abajo (contra el piso) esté el peso, más estabilidad. Sin embargo si las alforjas llegan muy cerca del piso puedes enganchar objetos y eso sería todo un problema. Otra cosa que varía es la capacidad de frenado, cuanto más peso menos posibilidad de respuesta, por lo que controlar la velocidad y reforzar las acciones predictivas que se indican en los otros apartados, va a ser fundamental.

Espejito, espejito:

Acerca de los espejos también está abierto un debate en el que algunas personas aseguran no usarlos y considerarlos innecesarios. Por otro lado nosotros no sólo los usamos siempre, sino que sostenemos que es un elemento de seguridad básico que nos permite con un primer vistazo saber si detrás de nosotros se aproxima otro vehículo o persona, evitando de esta manera frenadas bruscas en caso de intentar algún cambio de marcha, así como poder seguir sosteniendo la vista hacia adelante en nuestro camino y no estar girando la cabeza para mirar hacia atrás restándole atención hacia dónde nos dirigimos. Igualmente cuando el tránsito se vuelve rápido, por ende peligroso, y necesitamos girar o realizar una maniobra, además de guiarnos por el reflejo del espejo es recomendable chequear con una mirada rápida a modo de confirmación de que no corremos peligro, ya que puede que el cálculo que realicemos en las distancias pueda ser erróneo. Cuando viajamos en grupo o en duplas, este elemento también nos sirve para mirar a nuestros/as compañeros/as y coordinar movimientos, no siendo necesario comunicarnos en voz alta ni constantemente mirando hacia atrás.

Ojo con las pantallas:

Sin dudas que puede verse como uno de los desafíos de nuestra era. El uso del celular en el tránsito, es el causante de múltiples siniestros que podrían ser evitables si para ello nos detuvieramos solo un momento y lo hiciéramos responsablemente. Ya sea al contestar una llamada o mantener una conversación por chat mientras pedaleamos, son conductas muy peligrosas tanto para nosotros mismos como para los demás porque por esos segundos, vamos a estar quitando los sentidos sobre la conducción y sabemos que en la calle, además de convivir con múltiples actores del tránsito, las condiciones cambian constantemente.

La gentileza evita accidentes:

Cuando tengas la posibilidad de dejar pasar a alguien o ceder tu lugar para evitar accidentes, no dudes en hacerlo. Incluso si no tienes razón, algo que nos cuesta a todos pero puede salvar nuestra vida. No te enojes ni reacciones de modo violento ya que no sabes cómo reaccionará la otra persona y te puedes ver envuelto en un problema aún mayor. Por otro lado, cuando increpamos a alguien con enojo (incluso si la falta no la cometimos nosotros) difícilmente logremos hacer entrar en razón a la otra persona por lo que el desafío será buscar otros modos de comunicación más efectiva que promuevan la reflexión, si así lo deseamos.

 

Un ejemplo práctico: Si alguien nos adelanta poniéndonos en riesgo y al llegar a un semáforo estamos cerca, intentemos hablar, mantenernos calmados y al acercarnos preguntar “no me viste?” o preguntas similares. Es una forma de dar la oportunidad a que la persona reconozca su error y en el caso de que no, podamos señalarlo, siempre con respeto.

 

Como sentencia una frase bastante conocida, no puedes esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo.